Hoy hemos querido recoger un fragmento de un texto que un deportivista ha dedicado a su padre y al equipo de sus amores el Depor.
¿Te acuerdas de aquel viernes papá? La Historia (sí, con mayúsculas) volvía a tener una cita con nosotros seis años después. Ni tú podías ocultar el nerviosismo propio de quien ha visto a su equipo en lo más bajo, ni yo la ilusión de una niña a la que aquel mayo del 94 le quedaba lo suficientemente lejos para no pensar que se podía repetir y lo suficientemente cerca para recordar que aquella noche algo cambió en todos los deportivistas que lo presenciamos.
Me recogiste antes en el cole aquella tarde y nos fuimos de la mano a dar un paseo antes de entrar en Riazor. El blanquiazul lo llenaba todo, las famosas hormigoneras rugían, un helicóptero no paraba de sobrevolar nuestras cabezas y las sonrisas cómplices entre todos los aficionados…uf… ¡Esas sonrisas! Mezcla de nervios, emoción, ilusión, sueños…
Aunque pueda parecer increíble, fue el partido más corto que jamás he presenciado. Esta vez nada podía salir mal. Desde el primer momento fue una fiesta llena de color y alegría, donde cada gol era un regalo caído del cielo (como si supiésemos que en ese momento comenzaba la mejor etapa de nuestra centenaria historia), quedarse sin voz merecía la pena y verte sonreír como un niño hacía que no importase haber esperado tanto.
Pasaron los noventa minutos, sonó el We are the Champions, la gente saltó al campo mientras los jugadores luchaban a duras penas por alcanzar el túnel de vestuarios…Riazor no se quería vaciar y allí seguíamos, media hora después, gritando, saltando y esperando a que los jugadores saliesen a saludar al palco (la mayoría a medio teñir cumpliendo la promesa que se habían hecho tiempo antes). Y tú, mamá y yo nos abrazamos porque no queríamos que ese momento acabase nunca…
¿Qué llegó después? Los días gloriosos de Champions, los martes y miércoles épicos donde escribimos páginas y páginas en la historia del fútbol, las conquistas en estadios donde nunca nadie antes nos había invitado, las remontadas imposibles, los ídolos que salían con la cabeza baja de Riazor y más que una derrota en el bolsillo…¿Pero sabes con qué me quedo? Con tu cara esa noche que sonó por primera vez el himno de la Champions en Riazor, me decías que era un sueño y que lo aprovechase, que probablemente nunca más conseguiríamos algo parecido, mientras resoplábamos y aguantábamos la lagrimilla que estaba a punto de caer… Y sé muy bien porqué lo decías, porque te había oído decir mil veces que en los casi veinticinco años que nos pasamos en Segunda los dorsales se cosían minutos antes del comienzo de los partidos porque no había camisetas para todos, porque los jugadores llevaban y traían sus toallas de casa porque no teníamos ni para la lavandería, porque el pabellón de deportes se llenaba con el Liceo y a Riazor iban cuatro gatos…Pero los dos sabíamos que esa noche algo había cambiado ya, que éramos grandes y que había que disfrutarlo.
Después de esa noche hubo mil más, cinco temporadas para recordar, partidos de libro que nunca nos hartaremos de ver, con Centenariazo incluido (¿te acuerdas que lloraba tanto que no me salía ni una palabra y tú te reías de mí?), jugadores que se iban y jugadores que se quedaban rechazando mil ofertas, Riazor lleno, goleadas, el único equipo español que ha ganado en el Olímpico de Munich, Old Trafford mudo con el 2-3, PSG, Milan, Djalma y sus lambrettas…
Y nuestro Centenario donde volvieron todos aquellos por los que me enseñaste a amar a este Club, donde te reencontraste con muchos amigos que hacía años que no veías, donde animamos otra vez a nuestro SuperDepor y donde dos meses después nos dejaste para animar a tu equipo desde la Tribuna del cielo.
Algún día volveremos a celebrar las victorias juntos.
Te quiero
P.D: Y como dice nuestro Julito..."Cómo han pasado los años, las vueltas que dio la vida"
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